2 d’oct. 2012

Sexualidad de la mujer en la madurez

 
Ponencia de Francisca Molero, codirectora del Institut de Sexologia de Barcelona, en el Congreso de la Federación Europea de Sexología de 2012



El climaterio es un largo periodo que  suele presentarse cuando la función ovárica empieza a declinar. Coincide con una inestabilidad endocrina que se manifiesta con algunos signos visibles como las  alteraciones menstruales, sofocos, dolores musculares, trastornos del sueño, síndrome depresivo etc. (1) 
Es una etapa de cambios, que se relaciona con una crisis evolutiva dónde además de todos los cambios hormonales conocidos, los cambios psicológicos y relacionales ocupan un lugar muy destacado.
Entre  los síntomas psicológicos más frecuentes encontramos la tristeza, los cambios de humor, la irritabilidad, el nerviosismo, el síndrome depresivo, la soledad, la disminución de la libido, etc... Síntomas muy variables y que no los podemos explicar  solamente desde el punto de vista de  los cambios neuroendocrinos  de déficit hormonal, que se producen, aunque sean muy importantes. 

Hay  otros factores etiológicos  intrapersonales y relacionales que van a ser decisivos en los síntomas psicológicos del climaterio.
Se ha de tener en cuenta que algunos de los acontecimientos vitales que aparecen en esta etapa tienen que ver con el aumento de la esperanza de vida, que  provoca situaciones familiares que repercuten sobre todo en la mujer. Las mujeres viven de manera muy variable el climaterio. Son los factores psicológicos, socio-culturales, de salud, la relación de pareja, la información o las experiencias... los que influyen en esta vivencia.  
Una actitud positiva  para adaptarse a los cambios y tomar decisiones responsables es lo que favorece  la salud y el bienestar.
La sexualidad es un aspecto central del desarrollo de la persona. Las personas somos sexuadas y sexuales. Definir la sexualidad es conceptualizarla  en  la expresión del sexo, que se manifiesta  en forma de sentimientos, emociones, deseos, prácticas, roles y relaciones. No hay sexualidades únicas, ni siquiera para un mismo individuo. La sexualidad de cada uno está integrada en el contexto de las diversas culturas sexuales, definiendo claramente todos los aspectos relacionados con ella, estableciendo las creencias, prohibiciones, permisos y prescripciones respecto a  roles sexuales y de género, relaciones entre sexos, relaciones de pareja, reproducción, erotismo, placer.

Las mujeres consideran importante el sexo en sus vidas y también su  funcionamiento sexual, sin embargo éste disminuye con la edad, dando lugar al debate sobre la contribución de la menopausia en el funcionamiento sexual de la mujer(2).

La mayoría de los estudios en esta área son transversales, y no son lo suficientemente grandes como para separar los efectos de la menopausia, de la edad cronológica y de otras variables de las que sí hay evidencia de que influyen en el funcionamiento sexual femenino. Factores  que a menudo son más determinantes que la función ovárica. 

Principales factores asociados con la función sexual de la mujer:  
  • La disponibilidad de una pareja (3, 4, 5) 
  • La calidad de  la relación (6, 7)  
  • La satisfacción emocional con la pareja está fuertemente asociada con la satisfacción sexual
  • La percepción que tenga la mujer de su salud  física y psicológica. (3, 8, 9,10, 11,12) 
  • La depresión y sus tratamientos sobre todos los ISRS, son factores relacionados con las disfunciones sexuales
  • También las mujeres con sintomatología climatérica de sofocaciones y la presencia de dispareunia se asociaron con las puntuaciones más altas de la disfunción sexual con   menor excitación, menor placer físico y  menor satisfacción emocional
  • Importancia del sexo, edad y actitudes hacia el envejecimiento y la menopausia(13) 

¿De qué hablamos, cuando nos referimos a disfunciones sexuales femeninas?
DSM IV-TR. Las alteraciones en el deseo sexual así como cambios en la psicofisiología que caracterizan el ciclo de la respuesta sexual, que ocurren de una manera persistente y recurrente  y que causan malestar y dificultades interpersonale.
Muchos de los problemas sexuales de las mujeres no son disfunciones. Es precisamente la existencia de malestar personal  asociado al problema sexual el que determina si es disfunción o queja. Puede existir una función sexual anormal sin la presencia de trastorno, si no se compaña de angustia personal (14). Sólo una parte de las mujeres con dificultad sexual presentan disfunción sexual  (21-67%) (15).
Es difícil determinar con precisión la prevalencia, los estudios utilizan definiciones diferentes de lo que normal y anormal de la función sexual y el poblaciones muy heterogéneas (16).
Se evidencia en los estudios la falta de medidas estandarizadas y de consenso en la definición de los criterios diagnósticos y clasificación de las DSF. Los datos que se encuentran en la literatura hablan de una prevalencia del 43%, aunque los expertos estiman que están sobredimensionados. La queja sexual más común en las mujeres es la disminución de deseo, aunque a veces es secundaria a discrepancias sexuales con la pareja, trastornos de la excitación y aversión al sexo. En segundo lugar tendríamos los trastornos del orgasmo (17).
  • DSH  64% (rango 16-75%) experimentada dificultades
  • ANORGASMIA 35% (rango 16-48%) experimentaba malestar
  • Trastorno con la de excitación 31% (rango 12-64%)
  • Dolor en el coito 26% (rango 7-58%)
Las disfunciones sexuales son complejas y se dan en todas las edades.

¿Qué disfunciones o problemas sexuales aparecen con más frecuencia en el climaterio?
Francisca Molero impartiendo su ponencia
El dolor durante las relaciones sexuales aumenta y el deseo sexual disminuye en la transición de la menopausia(13). Las dificultades con el orgasmo, la  excitación subjetiva y el deseo producen unas relaciones sexuales menos placenteras, pero no imposibilitan el acto sexual. Y en este caso mantener la frecuencia de actividad sexual mantendría los sentimientos de intimidad y cercanía en la pareja. En cambio las  dificultades de lubricación y el dolor sí que podrían impedir la actividad sexual coital.

Diagnóstico
Las pruebas de diagnóstico rara vez son necesarias, ya que no existe una relación directa entre niveles hormonales y función sexual. Lo fundamental para el diagnóstico es la  anamnesis y la exploración ginecológica.En algunos casos solicitar pruebas diagnósticas orientadas a la disfunción: como analíticas con hemograma, perfil bioquímico, testosterona libre, FSH, LH, prolactina, ecografías, estudios vasculares o de funcionamiento muscular. Es muy importante preguntar a la paciente. Se ha de tener en cuenta que esto que resulta tan evidente, en ocasiones resulta muy difícil. Puede  ayudar el protocolizar las preguntas en la historia clínica, de esta manera el profesional aborda la sexualidad desde la normalidad y ayuda a la paciente a verbalizar si tiene algún tipo de problema. Los cuestionarios sencillos autoadministrados a las pacientes también son de utilidad para el profesional.
¿Cuál es el tratamiento más eficaz?
Debe hacerse desde un tratamiento individualizado con un  enfoque integrador.
El primer paso es ofrecer  información objetiva y adecuada al lenguaje de la paciente sobre anatomía y fisiología de la respuesta sexual y mensajes positivos  En muchas ocasiones son las creencias y los mitos erróneos, que generan culpa y ansiedad los factores generadores de disfunción. Ofrecer mensajes positivos y de bienestar, de reconocimiento del derecho al placer y promoviendo la sexualidad no solamente basada en la genitalidad.
Realizar una evaluación cuidadosa del problema y de las expectativas de la paciente en cuanto a lo que quiere conseguir.
Conocer los factores que influyen en las DS de la menopausia para poder explicárselos a la paciente y orientar para su resolución o tratar:
Optimizar la salud psíquica y física. Mejorar sintomatología climatérica. Realizar tratamientos farmacológicos cuando sea necesario. La terapia hormonal sustitutiva individualizada, la  tibolona parece ser más efectiva que la TH combinada para las Ds en mujeres menopáusicas (18) sin embargo el beneficio de cualquiera de estos tratamientos es muy modesto.  Las isoflavonas también pueden ser eficaces.
Es muy importante mantener un buen estado de salud vaginal: estrógenos locales e hidratación (la sexualidad sigue estando centrada en el coito y las mujeres y hombres siguen relacionando normalidad sexual con penetración)
La testoterona en casos de menopausia quirúrgica está indicada. Hay algunas evidencias en las revisiones sistemáticas de estudios que demuestran mejoría en la función sexual de mujeres con menopausia natural al administrar terapia hormonal con testosterona añadida a estrógeno o a estrógeno y progesterona (19, 20,21).
En algunos casos el Bupropion puede ser de utilidad para el deseo sexual hipoactivo y la anorgasmia (22,23). Y otros tratamientos también han mostrado su utilidad: Ginko Biloba , L-arginina, Maca (24, 25,26).
Coordinación y derivación a  otros profesionales siempre que sea necesario realizar terapia sexual y de pareja.
Todas las terapias farmacológicas actualmente disponibles para las DSF son de eficacia limitada. Las opciones no farmacológicas deben incluir el tratamiento inicial  para la mayoría de las mujeres.
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BIBLIOGRAFIA
1.     A Carrascón, F Molero. Abordatge de la diversitat de la conducta sexual desde l’Atenció Primària de Salut. Generalitat de Catalunya. Departament de Salut. Infosida núm.37. Barcelona. Novembre 2008.
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